.Yo prefiero ser cazadora
a ser presa. por eso callo. Prefiero aguardar en las sombras, hacer del
silencio mi aliado, de la oscuridad mi cómplice. Son los incautos quienes se
pavonean tratando de hinchar las plumas y el ego para la vista de todo. Me
gusta que persistan en su teatro, ya caeré sobre ellos. Sé que los más vistosos
son los más tóxicos. Gritan sus colores con miedo, guardan celosamente su
rencoroso veneno porque temen, sí, temen a ser devorados, pero ellos al menos
saben que deben tener miedo. Insisten en su pirotecnia para gritarle al mundo
que no los toquen porque le temen al mundo.
Yo prefiero caminar despacio en el borde de la llanura a vivir afanada de salto
en salto. Veo a la manada inquieta que se apresura por llegar a ningún lado,
que corre nerviosa por todas partes porque no sabe a dónde ir. Mientras tanto
yo elijo un lugar en la penumbra y preparo con calma mi destino. Soy paciente
como la muerte que sabe segura su victoria al final de toda vida. Tengo conmigo
la calma de la noche que sabe que vencerá el final de cada día, que espera con
una sonrisa cada amanecer que llega a desafiarla..
Yo prefiero el desafío de la sangre a la seguridad del follaje. Bajo el sol los
veo rumiar mil veces el mismo pasto sin otro propósito que engordar. El
hartazgo es su único destino. Nada saben de la búsqueda implacable, del hambre
por lo desconocido, de la incertidumbre de calmar esta ansia que me atraviesa y
que me lleva a inmolarme en una persecución que no tiene pausa, pero no tiene
prisa.
Yo prefiero esta libertad afilada, tan frágil que en todo momento casi la
pierdo. Esta soledad tan poblada de silencios que casi puedo escuchar lo que
aguarda en el fondo de ellos. La manada que sigue el clamor de cada día se
desdibuja, son todos uno y uno es cualquiera. Los veo tantas veces repetidos
que siempre me parecen el mismo y me pregunto entonces si su compañía no será
más que una soledad multiplicada hasta el hastío.
Yo prefiero este mundo desierto que habito, pero que a veces se llena de
portentos. De vez en cuando puedo encontrarme con otro demonio, con otro
abismo. De vez en cuando también he sido devorada, o he corrido el albur de
serlo. Pero ellos ya están muertos, no lo saben, pero están muertos. Nunca han
sabido qué es la vida porque nunca han estado dispuestos a perderla. Yo sé que
en alguna hora venidera me aguarda mi último destino, no le temo, porque
conozco la muerte, y aunque sé que me vencerá, también sé que he vivido...